I Sábado de Adviento
Introducción
Los primeros padres, por su desobediencia, fueron expulsados a una tierra baldía, de zarzas y abrojos, con la penosidad de comer el pan con el sudor de la frente y con el esfuerzo del trabajo.
Las promesas mesiánicas rezuman abundancia no solo para el bienestar de las personas, sino que toda la creación se armoniza, y recupera la belleza, la fecundidad y feracidad primeras.
Los árboles frondosos y las mieses maduras, los prados abundantes y los campos sembrados, se convierten en el paisaje que aventura bendición.
Texto bíblico
“Te dará lluvia para la semilla que siembras en el campo, y el grano de la cosecha del campo será rico y sustancioso; aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas; los bueyes y asnos que trabajan en el campo comerán forraje fermentado, aventado con bieldo y horquilla. En todo monte elevado, en toda colina alta, habrá ríos y cauces de agua el día de la gran matanza, cuando caigan las torres” (Is 30, 23ss).
Texto místico
“Mil gracias derramando,/ Pasó por estos sotos con presura,/ Y yéndolos mirando,/Con sola su figura/ Vestidos los dejó de su hermosura” (san Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 5).
Texto pontificio
“Para la tradición judío-cristiana, decir « creación » es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal” (Francisco, LS 76).
Mieses
Coronas el año con tus bienes, | tus carriles rezuman abundancia;/ rezuman los pastos del páramo, | y las colinas se orlan de alegría; las praderas se cubren de rebaños, | y los valles se visten de mieses, | que aclaman y cantan (Sal 64, 12).
¿Acrecientas la creación o la esquilmas?