«En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: “Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret”. Natanael le replicó: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Felipe le contestó: “Ven y verás”. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: “Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Natanael le contesta: “¿De qué me conoces?”. Jesús le responde: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Natanael respondió: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Jesús le contestó: “¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores”. Y le añadió: “Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”». (Jn 1,45-51)
El evangelio de hoy, en este día en el que la Iglesia celebra la fiesta de San Bartolomé, quizá nos parezca insulso y falto de profundidad. No es así; es más, viene en nuestra ayuda para que podamos reflexionar sobre el encuentro que Jesús ha tenido o quiere tener con nosotros: las circunstancias, el momento histórico y la misión.
Este trípode es el que caracteriza la llamada del Señor. No es algo abstracto, ni puramente sentimental sino que es un encuentro que cambia el rumbo de la historia de las personas, con una misión concreta. Así podemos repasar el encuentro (llamada) con María, Pedro, Pablo, Mateo, Francisco de Asís, Agustín, etc., y veremos como este trípode se da en cada encuentro, aunque en momentos y historias diferentes.
Con Natanael nos encontramos con uno de los doce hombres escogidos por Dios para acompañar a Jesús y ser los iniciadores de la Iglesia, con la misión de propagar la buena noticia de la Resurrección de Jesucristo. Seguramente pensaría que es él mismo quién decide conocer a este personaje, pero es Jesús quien elige y toma la iniciativa. La conversación con Jesús le deja —al que será elegido para ser uno de los doce con el nombre de Bartolomé— totalmente sorprendido. Pero, al mismo tiempo, el Señor le concede la gracia de reconocer en Jesús al Mesías. Aquí le confirma la elección: “Antes de que hablaras con Felipe te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Mirad lo que dice el capítulo 5, 5 del libro primero de los Reyes: “Judá e Israel vivieron en seguridad, cada uno bajo su parra y bajo su higuera, desde Dan hasta Berseba, todos los días de Salomón”.
El Señor le llamaba a salir de la seguridad de sus conceptos antiguos (“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”) y a preparase a ver vencida la muerte y roto el muro que nos separa del cielo viendo a los ángeles atravesarlo. Ante esta palabra, Dios hoy también te ve a ti y te atrae a través de alguien concreto en este momento de la historia. Quizá te ayuden estas preguntas: ¿Reconoces en Jesús al Mesías, al Hijo de Dios? ¿Estás dispuesto a salir de ti mismo (tus seguridades, verdades y proyectos) para que este Jesucristo —muerto por nuestros pecados pero Resucitado para nuestra justificación— abra el cielo para ti y para todos aquellos a los que seas enviado?
Ángel Pérez Martín
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