¿Qué clase de amor es este que se apropia para sí de mi aliento, de mi vida? Viene a llenar mi existencia y del mismo modo huye, dejándome en soledad. Y a pesar de este riesgo de saber que pierdo todo, ¿es quizás un espejismo? Elijo hacer la carrera que tú nos has ofrecido. Porque tu oferta es tan grande, tan única tu promesa, tu espíritu tan presente que aunque nada es evidente nos empujas hacia Ti. Y queremos construir un templo donde tú puedas encontrarte con el mundo. Y cederte el corazón, ser parcela en el mundo, solo habitada por ti cada vez que nos visitas. Abrir una puerta al mundo por donde puedas entrar y entregarle a los hombres Tu amor, tu presencia, todo.
Ser un templo para Ti, hogar para nuestro hermano y Tú, colocar tu Tienda entre nosotros, de nuevo. Y es, en este Templo tuyo que por voluntad ocupas, donde quieres y me pides que mis hermanos acudan. Que yo deje rebosar el alimento que Tú has decidido entregarme y vivir la caridad de la que Cristo hablaba. Con los ojos hacia el cielo como Cristo, esperando que solo si tú conviertes nuestros panes y nuestros peces se producirá el milagro de alimentar al hermano.
Siempre desde tu Palabra, y siempre, en precariedad.
Olga Alonso