En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé?
Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas».
Y dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios?
Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermente” (San Lucas 13, 18-21).
COMENTARIO
Me agrada mucho esta naturalidad del texto de Lucas, Jesús busca como expresarse en el lenguaje del quehacer diario de los oyentes, para que entiendan algo tan espiritual y abstracto como la actuación y el poder de la gracia. “Un no sé qué” nos dice san Juan de La Cruz “que se halla por ventura”, una palabra, un gesto, un pensamiento, una imagen que llega al corazón y en la amalgama de preocupaciones y frivolidades que lo llenan, actúa y cambia la vida de una persona. Insospechadamente le hace actuar en contra de su marcha habitual y la lleva del convencimiento a la conversión y hasta al profundo enamoramiento de Dios. Efectivamente actúa como una pequeña porción de levadura, que en lo profundo crece y cambia las cualidades químicas y físicas de la harina.
Lo mismo sucede en un grupo o en la sociedad; un predicador, pensador, o escritor deja caer una palabra, una opinión y comienza el proceso lento de rumiarlo, hasta que va causando una reacción del grupo, una respuesta que cambia los criterios sociales y a veces hace cuestionar arraigadas teorías y costumbres sociales, llegando a torcer el rumbo de la historia.
Esta actuación sin alharacas de algo que trabaja oculto e incesante como el desarrollo de la semilla o la fermentación de la levadura, lleva además el suave impulso del Espíritu paciente, que conduce el proceso de expansión.
Al final las ramas del árbol en el que se ocultan los pájaros nada saben ya de la pequeña semilla, como un granito de arena, que hizo lenta su trabajo en lo profundo de la tierra. Ni en la masa esencial que forma el pan o el bizcocho, se advierte la presencia de aquella pequeña porción de levadura.
Esa actuación continua, humilde y cuidadosa en lo oculto, que, con el impulso del Espíritu, tiene el poder de conducir el mundo a la Verdad y la Vida, Jesús nos dice bien claro que es el Reino de Dios.