En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» (San Lucas 11, 27-28).
COMENTARIO
En este evangelio Jesucristo no está menospreciando a su madre, sino que está poniendo el acento en el verdadero parentesco con él y la verdadera dicha. La dicha no está en el parentesco carnal, en pertenecer a una familia, a un pueblo, a la iglesia. No está en los méritos de nuestra carne, de nuestro esfuerzo. No debemos ser importantes según la carne, sino sencillos y humildes, no deseando estar por encima de los demás por nuestra posición, sino siguiendo el ejemplo de Jesucristo, viviendo como servidores y movidos por amor a Dios. El que escucha las palabras de Jesús, las guarda en su corazón y las pone en práctica ése es dichoso, vivirá contento. Sobre el que las escucha asiduamente, les da fe y las guarda en el corazón vendrá el Espíritu del Señor y hará morada en él. Ellos son los esposos, los hermanos y las madres de nuestro Señor Jesucristo.