“En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto” (Mc 6, 7-9).
COMENTARIO
De manera muy concentrada, el evangelista Marcos señala la forma en la que Jesús desea que evangelicen sus discípulos, que en un primer momento puede parecernos excesivamente radical.
Una constatación evidente, desde el texto evangélico, es el envío que hace Jesús a sus discípulos de dos en dos, esto se debe a la necesidad de dar testimonio válido, pues si lo que se anuncia no se puede contrastar por doble fuente, cabe que sea algo inventado, si poder acreditarse. En varias ocasiones se da esta concurrencia. Recordamos sobre todo en las escenas de Pascua, cuando hay interés de que la noticia sea recibida como cierta.
No solo la predicación debe estar avalada, al menos, por dos testigos, sino que percepción de la enseñanza debe ser acogida por varias fuentes, y aquí toman protagonismo los sentidos corporales. Gustar y ver; ve y oír; comer y beber, son referencias que se citan para autentificar el testimonio.
Lo más extraño del pasaje son las condiciones con las que Jesús envía a predicar a sus discípulos. Las exigencias no solo indican la radicalidad del Evangelio, sino la actitud de confianza que debe acompañar a los evangelizadores, quienes no deben fundar su anuncio en mediaciones extraordinarias, ni en seguridades humanas, sino en la confianza y seguridad que da el que envía, el Maestro.
Además, lo que se percibe como exigencia, es precisamente lo que el Señor dará por su parte a los que se fían de Él. Si al hijo pródigo se le dieron sandalias, túnica, banquete… ¡cómo van a quedar desasistidos los que avanzan por los caminos en el nombre del Señor, anunciado el Evangelio!
Cuestión
¿Te fías de Jesús?