¿”Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y, ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan uno a otros diciendo: “Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no habéis llorado”.Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene.”Ha venido el Hijo del Hombre que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigos de publicanos y pecadores”. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos su hijos” (San Lucas 5, 31-35).
COMENTARIO
Jesús acaba de hablar de Juan el Bautista. Ha hecho el elogio generoso de su Precursor, al tiempo que advierte que el tiempo nuevo que Él inaugura ofrece una posibilidad inédita, superior a todos los tiempos de los profetas.
¿Y qué está viendo?
Que la gente se admira, aplaude los milagros, se goza con su doctrina, pero no se convierte, no cambia, no se entrega con gozo al Reino que comienza con Jesús, el Enviado del Padre.
De ahí la comparación que se le ocurre sobre la marcha.
La semejanza que emplea seguramente era conocida entonces.
Todos los oyentes habían jugado el juego siendo muchachos.
Los niños disfrutan imitando lo que ven hacer a los adultos. ¿Quién no ha intentado alguna vez predicar como hace el cura los domingos? ¿Quién no ha jugado a sacar las ovejas del aprisco, a pastorearlas y a volverlas encerrar como ve hacer todos los días al pastor en el pueblo?
Vino Juan que no comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Juan el Bautista vino del desierto con un mensaje exigente, incluso amenazador. “Tiene Dios el hacha contra la raíz de todo árbol estéril, limpiará su era con el bieldo separando el grano de la paja,…” Y la reacción de la gente: “demasiado para mi cuerpo”. ¿Ayunar, hacer penitencia, renunciar al vicio, cambiar mi vida?
Dios no pide tanto.
Viene Jesús procedente de la fértil Galilea, de la verde Galilea, hablando de los lirios del campo, de las aves que surcan los cielos en vuelo gracioso y gratuito, y les parece irreal y nada exigente para contentar a Dios. “Los discípulos de Juan y loa de los fariseos ayunan a menudo y los tuyos a comer y a beber” (Lc 5, 33-35).
¿Estamos hoy ante algo mucho mejor? Llegan los Cursillos de Cristiandad y dicen: “Eso ya está muy visto.” Predican los del Opus y dicen: “La masonería blanca.” Catequiza el Camino Neocatecumenal y dicen: “Es una secta. Hacen sus liturgias aparte.” Evangelizan los Carismáticos y dicen: “Esos están zumbados con sus cantos y su hablar en lenguas.”
Pero la Sabiduría de Dios seguirá suscitando carismas de evangelización en la Iglesia para ofrecer su Salvación a todo el que quiera escucharle, la acepten o la rechacen hasta que la medida de los elegidos quede completada.