Henry Newman fue un relevante ministro inglés. Cuando era muy joven, el banco de su padre tuvo un colapso financiero por las guerras napoleónicas y tuvo que cerrar. En 1818, por ser un alumno sobresaliente obtuvo una beca por nueve años; cuando se acabó, ganó otra beca.
El 29 de mayo de 1825, Newman fue ordenado presbítero de la Iglesia de Inglaterra. Revitalizó la Iglesia Anglicana por los años 1833-1843 y le dio un nuevo vigor, Tenía una gran apertura a la verdad, trataba de superar sus áreas de ignorancia y era muy estudioso.
En su juventud fue una importante figura del Movimiento de Oxford, el cual aspiraba a que la Iglesia Anglicana volviera a sus raíces católicas. Este Movimiento también trataba de demostrar que la Iglesia de Inglaterra era la descendiente directa de la Iglesia de los Apóstoles, lo que le llevó a reconsiderar la relación de la Iglesia de Inglaterra con la Iglesia católica. Se puso a estudiar y a hacer oración sobre la situación de la Iglesia de Inglaterra. Pensaba que la Iglesia católica estaba irremediablemente corrompida. Fue superando esos prejuicios a base de estudio. Pensó: Si quiero entender a la Iglesia de Cristo debo ir a sus orígenes. Llegó a comprender que la Iglesia católica era la verdadera. Al expresarlo, fue considerado un traidor por sus allegados. Decidió callar y se marchó a Birmingham.
Un factor crucial fue su fascinación por los Padres de la Iglesia, desde 1816. Durante años estudió la vida del cristianismo primitivo, y cuando ya reconoció la verdad del Catolicismo, todavía siguió otros años debatiéndose. Finalmente, por la atracción de la Eucaristía, decidió abrazar el catolicismo. Pocos días antes de su conversión un amigo intentó disuadirle:
—¡Piensa bien lo que vas a hacer! Si te haces católico, pierdes cuatro mil libras al año, un ingreso considerable.
Newman contestó:
— Y ¡qué son cuatro mil libras en comparación con una comunión!… (Tihamér Tóth).
Fue recibido oficialmente en la Iglesia católica el 9 de octubre de 1845, y fue ordenado sacerdote católico el 1 de junio de 1847, en Roma. En Roma encontró que había muy pocos intelectuales de su talla y eso le supuso cierta desilusión que superó por su amor a Dios y a la verdad. En una ocasión comentó como su conversión se había llevado a cabo poco a poco: “Dios sólo me daba luz para el siguiente paso.”
Y empezaron los ataques. En 1875, Gladstone, un político, hizo críticas ofensivas contra los católicos sobre todo al referirse a él, entre otras cosas decía: “No se puede ser buen súbdito en Inglaterra siendo católico”. Newman le contestó con una carta titulada “Carta al Duque de Norfolk”, es decir, tomó un personaje del siglo XVI que era católico, buen súbdito pero no quiso apoyar el rey Enrique VIII en la fundación de una nueva iglesia. Cuando Gladstone recibió la carta, comentó:
– Nunca había recibido una carta tan amable.
Esta carta posee una genialidad sin par, está considerada como uno de los textos más luminosos de la literatura cristiana acerca de la conciencia moral. Siempre trataba a los demás bajo un prisma: tratarlos como si algún día llegarían a ser sus amigos.
Su visión del ministerio pastoral bajo el prisma de la calidez y la humanidad está expresado de manera maravillosa en otro de sus famosos sermones: «Si vuestros sacerdotes fueran ángeles, hermanos míos, ellos no podrían compartir con vosotros el dolor, sintonizar con vosotros, no podrían haber tenido compasión de vosotros, sentir ternura por vosotros y ser indulgentes con vosotros, como nosotros podemos; ellos no podrían ser ni modelos ni guías, y no te habrían llevado de tu hombre viejo a la vida nueva, como ellos, que vienen de entre nosotros (“Hombres, no ángeles: los Sacerdotes del evangelio”, Discursos a las Congregaciones Mixtas, 3).
Es famosa la llamada del Beato John Henry por unos laicos inteligentes y bien formados: «Quiero un laicado que no sea arrogante ni imprudente a la hora de hablar, ni alborotador, sino hombres que conozcan bien su religión, que profundicen en ella, que sepan bien dónde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan su credo a tal punto que puedan dar cuentas de él, que conozcan tan bien la historia que puedan defenderla» (La Posición Actual de los Católicos en Inglaterra, IX, 390).
Newman escribió mucho libros pero quizás el principal sea Apologia pro vita sua, libro que conmocionó a muchos ingleses que se han sentido interpelados por él.
Su lema “el corazón habla al corazón” nos habla del deseo profundo del corazón humano de estar en íntima comunión con el Corazón de Jesús. El rechazo del cristianismo surge más de un fallo del corazón que del intelecto. Newman decía que “la Religión revelada debería de ser especialmente poética. Y una visión poética de las cosas era una tarea propiamente cristiana”.
En 1879, a los 78 años, recibió del Papa León XIII la dignidad de cardenal. Murió el 11 de agosto de 1890. Su epitafio dice: “Pasó de las sombras y las imágenes a la Verdad”. El 19 de septiembre de 2010 fue beatificado por Benedicto XVI en el Reino Unidos.
En los dos retratos en vida que, ya anciano venerable, se le hicieron, se puede apreciar la poderosa inteligencia que asoma a través de su cansada y hundida mirada.
Rebeca Reynaud