(Eclo, 3, 2-6.12-14; Sal 127; Col 3, 13-21; Lc 2, 41-52)
Referencias familiares en los Evangelios
Los relatos evangélicos de la infancia de Jesús rezuman vida familiar. Jesús nació en el seno de una familia, creció bajo la mirada atenta de sus padres, y siempre tuvo junto a Sí la ternura entrañable de María, su madre, desde el nacimiento hasta la muerte.
A lo largo de su vida pública, Jesús escogió espacios familiares para vivir. Así lo hizo en Cafarnaúm, en casa de Pedro, donde habitaba el apóstol con su familia, y cuando bajaba a Judea, se hospedaba en Betania, en casa de los hermanos Marta, María y Lázaro, sus amigos.
A la hora de escoger a sus discípulos, llamó primero a unos que eran hermanos: Simón y Andrés, hijos de Juan; Santiago y Juan, hijos de Zebedeo.
En varias ocasiones, Jesús intervino en escenas dramáticas familiares, como fue en Naím, cuando salían a enterrar al hijo único de una viuda (Lc 7, 12-13), y en Cafarnaúm, cuando se compadeció de la familia que había perdido a su hija de doce años: “… con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: Talitha qumi (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar” (Mc 5, 39-42).
Cuando Jesús enseñó a rezar a sus discípulos los insertó en su relación filial: “Cuando recéis, decir: “Padre Nuestro”. Y Él mismo se nos presenta como quien cumple la voluntad de su Padre. Estas enseñanzas nos revelan que se nos constituye en hijos de Dios y en hermanos entre nosotros.
La Iglesia se siente a la vez madre y esposa, y vive el misterio prolongado de Jesús, quien la constituyó como madre entrañable, que nos da a luz en las aguas bautismales.
Consideración
Jesús nos demuestra sobradamente su sensibilidad familiar, y a la hora de su muerte nos dejó a todos entrañados en su Madre cuando, dirigiéndose al discípulo amado, dice: “Ahí tienes a tu madre”.
La acción suprema de Jesús fue el cumplimiento de la Alianza, un verdadero desposorio. Con su encarnación, muerte y resurrección, la humanidad entera ha quedado constituida en una gran familia.
Las estadísticas y los estudios sociológicos sitúan a la familia como la institución más considerada, incluso por los jóvenes. La familia ha sido la referencia más solidaria en los momentos de crisis económica y laboral. La familia estabiliza las relaciones afectivas.