«Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando. Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron. Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca. También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron. Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo: “ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”». (Mc 16,9-15)
En su primera homilía como Pastor de la Iglesia Universal, el Papa Francisco nos invitaba a “no tener miedo a la novedad”, a dejarnos sorprender por el siempre nuevo acontecimiento de la Resurrección de Jesucristo. Cierto. Si la Pascua de este año solo responde a una fecha calculada por los liturgistas desde hace, incluso, décadas, poca novedad puede ofrecer. La Resurrección de Jesucristo no acontece en el calendario, acontece en la existencia, en la vida y, esto es siempre sorprendente, imprevisible y, por qué no decirlo, hasta ilógico. Por eso no creo que haya que reprochar, en principio, nada a los Once por su incredulidad, pues es lo lógico, lo razonable.
“Se apareció en figura de otro a dos de ellos”. “En figura de otro”. ¿Acaso no resuenan las carcajadas y las mofas en casi todos los medios de comunicación porque al presidente en funciones de Venezuela, Nicolás Maduro, no se le ha ocurrido otra cosa que decir que se le ha aparecido Hugo Chávez “en forma de pajarito”? Pues eso… que lo mismo, en vez de en una ermita, como él dice, lo que estaba era paseando por una plantación de coca. ¿Qué vamos a pensar? Delirio… Fraude… Locura…
Y sin embargo, en todos los Evangelios aparece la figura de Magdalena, obstinada casi hasta la terquedad en anunciar la increíble noticia de la Resurrección. Y eso que el testimonio de las mujeres no se consideraba válido. Hasta ahí llega la novedad siempre audaz y sorprendente de Jesús.
Pero, ¿por qué Magdalena cree y anuncia la resurrección, le digan lo que digan o la tomen por lo que la tomen? Probablemente porque ella la había experimentado en su vida. Marcos nos lo presenta de manera sumaria “de la que había echado siete demonios”. Siete: plenitud. Demonios: Igual a ausencia de Dios, a muerte. O sea, plenamente muerta. Magdalena puede creer en el poder de Jesucristo sobre la Muerte porque lo ha experimentado en su propia vida. Jesucristo ha Resucitado porque la ha resucitado.
Para mí, la Pascua con su consiguiente octava está siendo un auténtico y nuevo regalo del Señor. En los siete evangelios que la Iglesia proclama en la liturgia anterior a hoy, aparecen “siete demonios” que invitan a la incredulidad. Pero, como el evangelio siempre es buena noticia, también se puede experimentar en ellos el poder de la Resurrección de Jesucristo para exorcizar estos demonios.
Ya en la Vigilia pascual aparece el primer demonio: “Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron” ((Lc 24). Proclamar el Evangelio es una locura también hoy. Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Papa Francisco en su homilía a los cardenales hace la primera indicación: CAMINAR.
En el evangelio del Domingo de Resurrección aparece el “segundo demonio”: “Se han llevado del sepulcro el Señor y no sabemos dónde lo han puesto” (Jn 20). Ser víctima de un robo. Querer busca a Dios en tu vida y sentir que hay tantas cosas que te “roban” su presencia. Y esta ausencia se experimenta como una amputación, como si te extirparan la parte del cuerpo que más necesitas.
El lunes aparecía uno de los más terribles “demonios”: Todo esto no es más que un fraude: “Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais”(Mt. 28). ¿No será la Iglesia más que un tinglado para “comer el coco” a la gente? ¿No será un sacacuartos?
El “cuarto demonio” aparecía el martes: El demonio de la tristeza: “Mujer, ¿Por qué lloras?” (Jn, 20). Un cristiano triste, es un triste cristiano. Una Iglesia triste, no es creíble. Papa Francisco recordaba a los sacerdotes en la Misa Crismal que la unción del pastor se nota en la alegría del pueblo a él encomendado; y Benedicto XVI nos invitaba en este año de la fe a “redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo por comunicar la fe” (Porta Fidei).
El “quinto demonio” es la decepción”: “Nosotros esperábamos que el fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves…” (Lc. 24). Yo esperaba de Dios que me curara, que me diese trabajo, que mi hija no se fuese de casa, salir de la droga, que haya paz en el mundo…. Y, ya ves. Y es cierto que son situaciones no queridas por Dios, pero ¿Y si es precisamente de estas situaciones de las que Dios se vale para poder experimentar mi vida como una auténtica “Historia de Salvación”.
Y aunque arda nuestro corazón, aunque le sintamos presente en la Fracción del Pan. Siempre aparecerá como convidado de piedra el “sexto demonio”: La duda. “¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?” (Lc. 24). Y es que en el sótano de mi existencia se ha alojado un ateo que me hace cuestionarlo todo y dudar de todo y de todos. Y aunque no me paga absolutamente nada, no logro desahuciarlo. Señor, hazme instrumento de tu paz, que dónde haya duda, ponga fe.
Y por último, leíamos en el evangelio de ayer “Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada” (Jn. 21). En un mundo donde prima la eficacia, ¿Cómo aceptar el “demonio del fracaso? Es terrible tener que preguntarse ¿Vale la pena gastar las mejores fuerzas de una comunidad parroquial en catequesis a niños que no van a volver a pisar la iglesia? ¿Vale la pena gastar vida y bienes en quienes no solo no te lo agradecen, sino que terminan mordiendo la mano que les da de comer? ¿Vale la pena tanto esfuerzo si al final la red está vacía?… Echar las redes al otro lado es no tirar la toalla. Seguir construyendo.
Por eso, y volviendo al evangelio de hoy, alucina el “castigo” de Jesús a los “incrédulos y duros de corazón”. Nada más y nada menos que anunciar ¡lo que no habían creído! al mundo entero. ¡Si no han pasado el “casting”!
“La fe solo crece y se fortalece creyendo” (Benedicto XVI. Porta Fidei). Y el Papa Francisco nos indica la hoja de ruta para vencer los demonios de la incredulidad: CAMINAR, CONSTRUIR, CONFESAR.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Pablo Morata
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Exelente prédica